052 De una carta a Christopher Tolkien
29 de noviembre de 1943
En el verano de 1943, Christopher, que por entonces tenía dieciocho años, fue llamado a la RAF (Real Fuerza Aérea). Cuando esta carta fue escrita, estaba en un campo de entrenamiento en Manchester.
Mis opiniones políticas se inclinan más y más hacia el anarquismo (entendido filosóficamente, lo cual significa la abolición del control, no hombres barbados armados de bombas) o hacia la monarquía «inconstitucional». Arrestaría a cualquiera que empleara la palabra Estado (en cualquier otro sentido que no fuera el reino inanimado de Inglaterra y sus habitantes, algo que carece de poder, derechos o mente) y después de darle la oportunidad de retractarse, ¡ejecutarlo si se obstina en no hacerlo! Estaría muy bien poder volver a los nombres personales. Gobierno es un sustantivo abstracto que significa el arte y el proceso de gobernar, y debería ser un delito escribirlo con G mayúscula o referirlo a gente. Si la gente tuviera la costumbre de referirse al «consejo del rey Jorge» o a «Winston y su pandilla», se contribuiría así a aclarar el pensamiento y a reducir el espantable desliz hacia la personalocracia. De cualquier modo, el estudio propio del Hombre es cualquier cosa, salvo el Hombre; y la tarea más impropia de cualquier hombre, aun de los santos (que, de todos modos, son los menos dispuestos a asumirla), es mandar en otros hombres. Ni siquiera uno en un millón es adecuado para ello; al menos, entre los que buscan la oportunidad para hacerlo.(...)
Bueno, salud y todas esas cosas, mi muy querido hijo. Nacimos en una era oscura fuera del momento debido (para nosotros). Pero hay este consuelo: de otro modo no sabríamos lo que amamos o no lo amaríamos tanto. Imagino que el pez fuera del agua es el único que tiene vocación acuática. También tenemos todavía pequeñas espadas que somos capaces de utilizar: «No me inclinaré ante la Corona de Hierro, ni dejaré caer mi pequeño cetro de oro». Arroja a los Orcos aladas palabras, hilden-æ-ddran (víboras de guerra), dardos mordientes, pero asegúrate del blanco antes de disparar.
Dos versos del poema de Tolkien «Mythopoeia», escrito para C. S. Lewis (autor de Las Crónicas de Narnia)
-- No diré nada salvo invitarlos a pensar...